Con una población de 5000 habitantes, aunque es un pueblo costero, tiene su casco urbano en el interior, a tres kilómetros de la costa, exactamente en el cerro que sube al Santuario de San Sebastián. Los primeros indicios de asentamientos urbanos, que se remontan a la Edad del Bronce, se encontraron en El Morro de Mezquitilla. Sin embargo, son los yacimientos arqueológicos de la necrópolis de Trayamar los que tienen algo de atractivo, ya que cuentan con el complejo de tumbas paleopúnicas más importante del Mediterráneo occidental, que data del siglo VII a.C.
Fueron los árabes, especialmente los miembros de la tribu bereber Beni Tumi, quienes le dieron el nombre de La Sierra de Bentomiz. Y hacia finales del siglo V, la ciudad de Algarrobo pasó a manos de doña Catalna de Ribera, que tuvo que hacer frente a la revuelta morisca y posterior expulsión. Además de los yacimientos arqueológicos, los lugares dignos de visitar son el Santuario de San Sebastián y la Iglesia Parroquial de Santa Ana, construida en el siglo XVI.
Las fiestas populares se celebran durante las dos últimas semanas de agosto y a principios de año, precisamente el 20 de enero, la ciudad pone su mejor cara para celebrar las fiestas en honor a su patrón, San Sebastián. En su pastelería destacan las famosas tartas con el nombre de la ciudad y “Los Roscos de Aceite” de origen claramente árabe. Además, destacan los platos más elaborados “El Potaje Algarrobeno”, el choto al ajillo, el potaje de hinojos y la sopa fría de ajos y almendras (el ajoblanco). Y, por supuesto, en la costa, los “espetos de sardinas” y “la moraga depescado”
